sábado, 29 de abril de 2017

Pequeños cambios, orden mental

Hace algunas semanas que me vengo agobiando por auténticas tonterías. Soy consciente del dramatismo con el que afronto a veces los pequeños problemas, pero es cierto que no me he encontrado con fuerzas para pensar claramente y en frío.
Gracias a la terapia he ido encargándome de todo lo que venía preocupándome en los últimos años hasta que ha llegado la hora de encarar otras cosas a las que nunca le daba importancia pero seguían estando ahí, minando mi confianza, seguridad y paciencia.

A algunos les parecerán cambios normales y cotidianos, pero para mí es difícil enfrentarme al desorden que provoca vivir de alquiler en casas que no te gustan sin grandes posibilidades de cambiar o amueblar las habitaciones. Llevo catorce años de alquiler, algo que me gusta, lo que no me gusta es que sólo me puedo permitir pisos muy viejos y mal distribuidos. Me he ido tragando mis necesidades, he ido dejándome llevar por todos aquellos comentarios que me decían "no, no compres muebles bonitos y cosas chachis hasta que no tengas tu casa" hasta el punto de sentirme muy incómoda en mi piso.
¿Cuánto más tengo que esperar? ¿Y si nunca tengo mi casa? ¿Y si nunca me puedo permitir un piso mejor? Los alquileres vuelven a subir y mi piso, aunque viejo y mal cuidado, tiene espacio y está en un barrio genial que me permite tener todo a mano y ahorrar en transporte. Mis amigos viven muy cerca y a mi trabajo puedo ir andando. Tiene buenas combinaciones con la estación central, la salida a la autopista, supermercados, centros comerciales... Y lo más importante: es muy barato y mis caseros están contentos con nosotros.
Así que después de un mes de agobios por tonterías, replantearme una nueva mudanza, plantearme por primera vez en mi vida invertir en una vivienda, fugas de agua, rotura de lavadora, atasco de fregadero y pelos de gatos que hacen que las puertas se encallen más de lo que lo hacían; decidí poner algo de orden en mi casa para tener algo de orden mental.

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Me he deshecho de la mitad de la ropa que guardaba en mi armario y nunca me ponía, lo que ha supuesto tener todo más a la vista y conservar sólo la ropa que me gusta, con la que me siento cómoda y que uso. Lo más importante es que me doy cuenta que no necesito más.

Hemos comprado una cómoda bastante grande para el baño donde poder guardar todas las cosas y tener un espacio para mi maquillaje y la cosmética que uso. En un piso de tres habitaciones apenas tenía espacio propio porque mi pareja usa una habitación de estudio de trabajo y otra para guardar toda su ropa, que además está colonizada por las gatas.Yo no tengo espacio propio, o no tenía. Mi maquillaje lo tenía desorganizado por toda la casa, no tengo un sitio en el que escribir o estudiar, porque el resto de los espacios son muy pequeños, así que tener un sólo cajón para mí en el cuarto de baño hace que me sienta más cómoda en casa.

Antes teníamos una estantería en el baño, pero la hemos mudado a la cocina, que hemos redistribuido para tener más espacio y, sobre todo, que sea más funcional. Tenemos una lavadora nueva, nos han arreglado los atascos y ahora parece que todo funciona mucho mejor. 
El tener toda la comida organizada en botes y a la vista en la estantería hace que cocinemos más y comamos con más cabeza y más sano, que también nos hacía falta porque en cuanto llega el agobio llegan los desórdenes con la comida. 

No es mi cocina, ojalá


Ya sólo faltan un par de toques, un nuevo mueble en el salón, dos mesitas de noche y un pequeño escritorio para que yo pueda sentarme a escribir. A ver si convencemos a nuestros caseros de que se lleven el sofá cama horrendo que tenemos en el estudio y las sillas que venían en la casa.

Son tonterías, lo sé, pero soy muy casera y necesito sentirme muy cómoda en mi casa, que sea funcional, que los espacios estén aprovechados. El hacer estos pequeños cambios hace que me sienta más tranquila en casa, que me pese menos estar en un piso viejísimo y que aumente mi paciencia y valore más el sitio donde vivo no sólo por la casa, sino por las comodidades del barrio.

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La nueva inversión será un robot de esos redondos que te aspiran la casa y una pequeña aspiradora de mano. No tengo tiempo para estar siempre pendiente de la limpieza de la casa, trabajo todos los sábados y mi pareja pasa muchísimo tiempo fuera de casa por su trabajo. Las gatas ensucian muchísimo y nos están construyendo un megabloque de viviendas justo al lado. No llego a todo, es la verdad, y es algo que me agobia porque acabo cansadísima y procrastinando mientras me doy latigazos de culpabilidad. Si barro y limpio el polvo por la mañana, al llegar la tarde ya está todo lleno de pelos por los rincones. Mira, no. Hay que elegir, y mi tiempo bien valen dos aspiradoras que me faciliten la vida.
Lo curioso es que estoy tan acostumbrada a ser pobre que me cuesta dar el paso de gastarme el dinero en algo que me va a dar calidad de vida.

Voy a seguir trabajando en tener orden mental y orden en casa porque es lo que me da estabilidad y me ayuda a que no me arrastre la corriente de agobio absurdo.

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